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domingo, 22 de junio de 2014

Ciencia y curiosidades de la Cerveza



Falsos mitos sobre las borracheras y la resaca


Tomar dos cucharadas de aceite o un yogurt antes de consumir alcohol no evita la embriaguez. Tampoco es cierto que la resaca desaparezca bebiendo zumo de tomate o desayunando cerveza. Y mucho menos corriendo para "sudar" las copas de más que hemos ingerido, ya que más del 90% del alcohol que consumimos se metaboliza a través del hígado.

Otra errónea creencia popular consiste en afirmar que cada vez que bebemos alcohol un puñado de neuronas muere. Científicos del Hospital de la Universidad de Heildeberg estudiaron los efectos de dos vasos de vino en el cerebro con un escáner y comprobaron que solo 6 minutos después de beber nuestro cerebro empieza a consumir productos de la degradación del alcohol en vez de glucosa y cambia su actividad, lo que explica que perdamos reflejos o la desinhibición. Químicamente disminuyen sustancias como la creatina, implicada en la obtención y gestión de energía, y la colina, componente de la membrana celular. Pero al día siguiente todo vuelve a la normalidad, lo que implica que los cambios son reversibles.

El mismo estudio demostró que, en contra de lo que solemos pensar, no hay diferencias en el cerebro de hombres y mujeres tras consumir la misma cantidad de alcohol: a todos se nos sube por igual a la cabeza.

¿Qué es la alcohorexia o ebriorexia?

La alcohorexia o ebriorexia, una patología doble en la que se combinan el alcoholismo, la anorexia y la bulimia. Sobre todo afecta a mujeres menores de 30 años. Provoca desnutrición, ansiedad y daños psicológicos.

Victoria Osborne, investigadora de la Universidad de Missouri (EE UU), ha analizado este nuevo trastorno alimentario. Y ha llegado a la conclusión que afecta tres veces más a las mujeres, y que normalmente las motivaciones que hay detrás incluyen evitar ganar peso, emborracharse más rápido (con el estómago vacío) y ahorrar dinero de la comida para comprar alcohol.

Lo peor de este trastorno es que privar al cerebro de una nutrición adecuada a la vez que se consumen grandes volúmenes de alcohol puede "provocar problemas cognitivos a corto y largo plazo, incluyendo dificultad de concentración, pérdida de la capacidad de estudiar y problemas a la hora de tomar decisiones", explica Osborne. Además, quienes sufren esta enfermedad tienen a comportarse de forma violenta y arriesgada, y a dañar sus órganos vitales a edades tempranas, lo que desemboca en enfermedades crónicas.

¿Por qué el alcohol hace que bajemos el listón?

Está muy extendida la idea de que el alcohol nos hace ver a todo el mundo más atractivo de lo que es. En 2003, científicos de la Universidad de Glasgow trataron de comprobar qué hay de cierto en ese efecto que los anglosajones llaman beer goggles -algo así como las chiribitas de la cerveza-. Abordaron en los pubs a personas con unas copas de más y les pidieron que evaluaran la belleza de varias personas retratadas en unas fotos. El resultado fue demoledor: todas ellas las encontraban más guapas que otros encuestados que no habían empinado el codo.

Pero, ¿era realmente el alcohol la causa de ese estado de embelesamiento o es que simplemente los bebedores habituales son más benévolos a la hora de juzgar la hermosura humana? Un equipo de la Universidad de Bristol confirmó en otro estudio la verdad inapelable: el efecto del alcohol embellece a todos, sea cual sea su sexo.

El sabor de la cerveza libera dopamina en el cerebro

Analizando imágenes del cerebro, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana       (EE UU) han demostrado que el sabor de la cerveza por sí solo (sin alcohol) hace que se libere dopamina en el cerebro, un neurotransmisor relacionado con las sensaciones placenteras y la motivación que puede generar conductas adictivas.

Los autores del estudio, publicado en la revista Neuropsychopharmacology, observaron con un escáner de Tomografía por Emisión de Positrones (PET, por sus siglas en inglés) la reacción de 49 hombres cuando saboreaban 15 mililitros de cerveza, y la compararon con la respuesta de los mismos sujetos al probar bebidas isotópicas deportivas, concretamente Gatorade. Así observaron que la primera producía un aumento considerable de dopamina, y que el efecto era mayor cuando había antecedentes familiares de alcoholismo. "El sabor de la bebida por sí mismo, sin el efecto del alcohol, provoca una descarga importante en los centros de recompensa del cerebro", explica David A. Kareken, coautor del trabajo. Además, los sujetos manifestaron tener muchas ganas de tomarse "una birra" después de saborear y "recordar" su sabor, sin que lo mismo sucediera con otras bebidas.

¿Cómo se forma la espuma de la cerveza?

Cuando una caña está bien tirada, aparece una montaña de espuma, esencial en una buena cerveza. Científicos de la Universidad de Harvard han investigado su origen y aseguran que en la cerveza existen agentes tensoactivos, esto es, sustancias capaces de transformar la tensión superficial.

Estos agentes forman unas pompas redondas llenas de aire. Conforme pasa el tiempo, la cerveza va introduciéndose en ellas por la fuerza de gravedad y las burbujas se deforman y colapsan, disolviéndose la espuma inicial.

La forma del vaso influye en la velocidad a la que bebes cerveza.

La velocidad a la que consumes alcohol puede verse influenciada por la forma del vaso en que se sirve, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido) publicado en la revista PLoS One. Según han podido comprobar Ángela Attwood y sus colegas de la Escuela de Psicología Experimental, los vasos curvados invitan abeber cerveza el doble de rápido que si se emplean vasos rectos. Cuando los mismos vasos se rellenaban de bebidas no alcohólicas, por ejemplo refrescos, la velocidad de consumo era independiente de la forma del recipiente.

Como parte del mismo experimento, los investigadores pidieron a los participantes que valoraran si la cantidad de líquido que contenía el vaso era superior o inferior al 50% de su capacidad. El número de errores era mayor cuando la bebida se servía en los recipientes curvos.

Dado que la velocidad a la que se consume alcohol afecta al nivel de intoxicación que experimentamos, así como al número de vasos de bebida que ingerimos consecutivamente, los investigadores concluyen que sería positivo potenciar el uso de vasos rectos que inviten a consumir alcohol despacio.


¿Por qué la cerveza "sin" sabe diferente?

Para un buen número de consumidores, la cerveza sin alcohol tiene un extraño sabor, que provoca su rechazo. Utilizando un espectrómetro de masas, Philippe Perpète, de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, ha logrado identificar el compuesto químico responsable de este problema. Se trata del 3-me-til-tiopropional-de-hído ometional, una sustancia presente tanto en las cervezas tradicionales como en las llamadassin. En las primeras, el sabor desagradable del metional es enmascarado por otrassustancias aromáticas de la cerveza. En lassin, estas últimas se evaporan junto con el alcohol durante el proceso de producción industrial.


La cerveza negra tiene más hierro que la rubia

Las cervezas negras contienen una cantidad media de hierro libre de 121 ppb (partes por billion) frente a los 92 ppb de las rubias y los 63 ppb de las sin alcohol, según un análisis sobre 40 tipos de cerveza de los cinco continentes realizado por investigadores de la Universidad de Valladolid (UVA).

"Aunque se trata de cantidades muy pequeñas, las variaciones son claras, y podrían ser resultado de los procesos de producción o de la materia prima que se utiliza durante la fabricación", explica en declaraciones a Agencia SINC Carlos Blanco, profesor del Área de Tecnología de los Alimentos en la UVA y coautor del trabajo.

El estudio, que publica la revista Journal of the Science of Food and Agriculture, señala que los extractos de malta y lúpulo que se emplean de forma específica en la fabricación de la cerveza negra podrían explicar sus niveles más altos en hierro. Sin embargo, en la producción de la cerveza rubia se realiza un filtrado con "tierra de diatomeas" (roca sedimentaria con microalgas utilizada para aclarar la bebida), un material poroso que atrapa al metal y reduce sus concentraciones. En el caso de las cervezas sin alcohol se aplican procesos de evaporación al vacío para quitar el alcohol. Esta operación también favorece la eliminación de los iones de hierro por el arrastre que ejercen las moléculas volátiles.

Para realizar el trabajo se han analizado 17 marcas de cerveza fabricadas en España y 23 de otros países. En concreto 28 rubias, seis negras y otras tantas sin alcohol. Las que contenían mayor cantidad de hierro han sido una cerveza negra española (165 ppb) y otra mexicana (130 ppb), y las que menos, dos sin alcohol procedentes de Holanda e Irlanda (41 y 47 ppb respectivamente).

La determinación del hierro y otros metales en la cerveza es relevante no solo por ser elementos esenciales para el cuerpo humano, también por su implicación en la elaboración de la bebida. Las concentraciones de metales pueden determinar sus características organolépticas, estabilidad y calidad.

¿Por qué refresca la cerveza?

Uno de los mayores placeres veraniegos es aplacar el calor con una buena cervecita, la bebida alcohólica que más calma la sed. Esto se debe a que su principal componente es el agua, que representa el 93% del peso total del producto. Sin duda, también fomenta la sensación de frescor la temperatura a la que debería servirse: entre 6 y 8 ºC.

La rubia posee además un efecto revitalizante por la presencia de malta y cebada, que aportan cerca de 1,4 g de proteínas y hasta 3 g de vitamina B por tercio. Un reciente estudio, realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Facultad de Medicina de Granada, afirma que tras realizar ejercicio físico un consumo moderado de cerveza ayuda a rehidratarse correctamente, permite al organismo recuperarse más rápidamente y evita dolores musculares derivados de la actividad deportiva.


Consumir alcohol, sobre todo cerveza, provoca obesidad abdominal

Un estudio ha confirmado por primera vez quelos hombres y las mujeres que beben alcohol de forma continuada sufren en mayor medida obesidad abdominal, relacionada con el aumento de la mortalidad en adultos. El efecto del alcohol en la grasa acumulada es mayor en el caso de la cerveza que en el del vino, aunque ambos tienen un marcado efecto sobre esta adiposidad.

El estudio prospectivo europeo sobre cáncer y nutrición (EPIC) revelan que el consumo de alcohol de forma continuada a lo largo de la vida en hombres y mujeres produce obesidad abdominal con aumento del perímetro de la cintura. Además, en los hombres provoca obesidad general con aumento del Índice de Masa Corporal (IMC), según se hace eco la agencia SINC.

El trabajo, realizado en el transcurso de nueve años y publicado en el European Journal of Clinical Nutrition, contempla una muestra de 258.177 individuos de edades comprendidas entre 25 y 70 años procedentes de diez países europeos (Francia, Italia, Grecia, Holanda, Alemania, Suecia, Noruega, Reino Unido y España). Y es el único estudio realizado hasta la fecha que analiza el consumo de alcohol en una amplia muestra de personas adultas de diferentes regiones europeas y examina el papel de la exposición durante mucho tiempo al alcohol en la obesidad abdominal y general. La mayoría de estudios se basan en el consumo reciente de alcohol durante un periodo corto de tiempo.


¿Cerveza o vino?
Los investigadores analizaron también el efecto específico de determinados tipos de bebidas alcohólicas, entre ellas la cerveza y el vino. Si bien el efecto del alcohol sobre la obesidad abdominal se explica en gran medida por el consumo de alcohol a lo largo de la vida, el consumo de cerveza tiene más influencia que el de vino, aunque ambos tienen un marcado efecto sobre la aparición y acumulación de esta grasa.

Por su parte, los hombres que consumen más cerveza presentan un exceso de riesgo del 75% de obesidad abdominal, mientras que los elevados consumidores de vino exceden del riesgo un 25%. En las categorías altas de consumo de cerveza y vino, el exceso de riesgo para la cerveza es casi el doble que para el vino en las mujeres. Así, los hombres que consumen tres o más vasos diarios de cerveza incrementan un 50% su riesgo de padecer obesidad abdominal mientras que los que consumen uno o dos lo incrementan un 15%. Sin embargo, las mujeres que beben uno o dos vasos diarios a lo largo de la vida tienen un riesgo ligeramente mayor de desarrollar obesidad abdominal que las que no llegan a consumir medio vaso. Las que consumen tres o más vasos diarios duplican su riesgo.

Con respecto al vino, las mujeres que toman tres o más vasos tienen un riesgo incrementado en un 60% de tener sobrepeso abdominal que las que no llegan a beber medio vaso. En varones, el aumento de riesgo en las categorías de alto consumo de vino es el 28%..






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