Pero hasta ahora los científicos no habían entendido por qué el cerebro humano experimenta esta constante pérdida de materia gris.
El cerebro de los humanos se encoge con la edad, algo que no sucede con el de nuestro familiar más cercano, el chimpancé, según un estudio de científicos estadounidenses.
La investigación, publicada en el Proceedings of the National Academy of Sciences paper, sugiere que el período evolutivo que separa a los humanos de los chimpancés (que se estima entre 5 y 8 millones de años) explican la diferencia en cómo ambas especies envejecen.
Investigaciones previas habían determinado que en la medida en que envejecemos nuestros cerebros comienzan a ser más ligeros.
Según explica la BBC, a la edad de 80 años, el cerebro promedio humano ha perdido un 15% de su peso original.
Quienes sufren de enfermedades como Alzheimer experimentan incluso mayor reducción del cerebro.
Esto está asociado a un declive en la delicada estructura de las neuronas y las conexiones entre ellas.
En la medida en que se deteriora la estructura del cerebro, también hay una pérdida de la habilidad para procesar pensamientos, memorizar y enviar señales a otras partes del cuerpo.
También se sabe que ciertas áreas del cerebro sufren mayor deterioro; la corteza cerebral, importante para procesar y analizar, se encoge más que el cerebelo, que se encarga del control motriz.
Pero hasta ahora los científicos no habían entendido por qué el cerebro humano experimenta esta constante pérdida de materia gris.
El hecho de que los chimpancés no sufren este mismo deterioro, ha llevado a muchos a preguntarse de si se trata de una característica única de los humanos.
El equipo de neurocientistas, antropólogos y expertos en primates trató de dar una respuesta a esta pregunta.
El equipo comparó resonancias magnéticas de más de 80 humanos saludables entre 22 y 88 años con los de un número similar de chimpancés criados en cautiverio.
Los resultados del estudio indican que el cerebro de los chimpancés no se deteriora con la edad.
El antropólogo Chet Sherwood, de la Universidad George Washington en Estados Unidos, quien lideró el estudio señaló que en sentido evolutivo los humanos viven más tiempo para compensar por nuestros cerebros más grandes.
En ese sentido, vivir más tiempo es una adaptación al hecho de que contamos con cerebros más grandes.
Los humanos tienen una vida mucho más larga que cualquier otro primate y sus cerebros son tres veces más grandes que los del chimpancé.
Según Sherwood, este tiempo extra de vida de los abuelos tiene como función, en términos de la evolución humana, liberar a los padres de ser los únicos responsables de criar a infantes energéticos que tienen cerebros mayores.
Envejecer, según esto, es una manifestación visible del estrés de vivir más tiempo para darle una mano a los familiares.
"(El estudio) ofrece muy buenas evidencias de que el patrón de envejecimiento del cerebro en los humanos es bastante diferente del de otros animales", comentó el neurocientista Tom Preuss, de la Universidad Emory en Atlanta, que no participó de la investigación.
La investigación determinó también que los humanos son más vulnerables que los chimpancés a las enfermedades vinculadas a la edad precisamente porque viven más tiempo.
El profesor Preuss señaló que estas diferencias no llevan a que otros animales no puedan ser modelos para el estudio de enfermedades vinculadas a la edad.
Por el contrario, estas diferencias podrían explicar por qué los humanos sufren más que otras especies.
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