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miércoles, 25 de mayo de 2011

La bacteria Escherichia coli, La bacteria que se volvió letal

Una vieja conocida del intestino humano, la bacteria Escherichia coli, la misma que provoca la diarrea del viajero que han sufrido tantos turistas, ha provocado una alerta sanitaria en Alemania. 


Se cree que la muerte de tres personas en el norte país, dos octogenarias y una joven, pueden estar relacionadas con una cepa, la O157:H7, que ha resultado ser muy virulenta. Trescientas personas han sufrido sus efectos y más de cuarenta han tenido que ser hospitalizadas por sufrir diarreas sangrantes. El problema con el que se encuentran los especialistas es que, además de ser asesina, la infección es difícil de atajar ya que la bacteria es resistente a la mayoría de los antibióticos.


Mientras las autoridades sanitarias detectan el foco del que surgió la infección, el temor que ha cundido en Alemania ha llevado a algunos a preguntarse si es posible que la infección llegue a extenderse, dentro y fuera del país, como si fuera una gripe. Lo cierto es que es prácticamente imposible porque la bacteria solo podría transmitirse por contacto con las heces de una persona infectada. Una de las hipótesis que se baraja es que el foco podría estar en verduras a las que pudo aplicarse estiércol líquido. Es una bacteria frecuente en el intestino del ganado bovino y porcino. A través de las heces podría haber llegado a las verduras y de estas a las personas afectadas. La otra opción es que lo hiciera a través de la carne, “pero esta es más improbable dado que la bacteria muere a temperaturas de más de 60 grados, un nivel que suele superarse cuando se cocina”, explica Juan José Picazo, jefe de Microbiología Clínica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

A la ineficacia de la mayoría de los antibióticos para atajar la enfermedad se une un segundo problema: cuando las bacterias mueren, liberan las toxinas que contienen. Así que el remedio convencional contra las infecciones, acabar con el agente que la causa, en este caso es casi tan malo como la propia infección. "Estas toxinas obstruyen los capilares más pequeños y provocan falta de oxígeno en el riñón, entre otros síntomas, lo que da lugar a un síndrome urémico por el que el riñón deja de funcionar con normalidad", señala Juan José Picazo. Los casos más graves registrados en Alemania han sufrido este síndrome que, en muchos casos, deja lesiones irreversibles.

Quo

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