Los cocodrilos de agua salada utilizan las corrientes marinas para viajar cientos de kilómetros cual verdaderos surfistas, reveló un nuevo estudio.
Los reptiles más grandes del mundo -los machos pueden llegar a medir 5,5 metros de largo- no son considerados animales marinos, ya que aunque viven principalmente en agua salada buscan en tierra su bebida y alimento.
Además son muy malos nadadores.
Pero como su hábitat comprende más de 10.000 kilómetros cuadrados del Océano Pacífico suroriental -desde Sri Lanka a Fiji y desde Tailandia al norte de Australia- los científicos se habían estado preguntando cómo lograron extenderse tanto.
La respuesta ahora parece tenerla un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, que siguió los desplazamientos de una veintena de cocodrilos usando sensores y transmisores satelitales.
El estudio encontró que los reptiles realizaron numerosos desplazamientos de más de diez kilómetros de distancia, pero sólo cuando la corriente marina iba en la dirección de su viaje.
"De todas las cosas sorprendentes que los animales hacen, la habilidad de ciertas especies para migrar grandes distancias atravesando barreras geográficas formidables es una de las más sobresalientes", se lee en el estudio, publicado en el Journal of Animal Zoology (Revista de Zoología Animal).
Océanos de distancia
La investigación -en la que participó en su momento el protagonista de "El cazador de cocodrilos", Steve Irwin, quien falleció en 2006- observó a 20 cocodrilos que vivían en el río North Kennedy, en Queensland, en el norte de Australia, y los siguió con transmisores satelitales.
El equipo de científicos observó que ocho de ellos se aventuraban mar adentro. Uno viajó desde la desembocadura del río hasta la costa oeste de la Península de Cabo York, bien al norte de Queensland, lo que significa que se trasladó 590 kilómetros en 25 días.
Para hacer esto, el cocodrilo aprovechó una corriente típica de la temporada del verano monzónico.
Los investigadores observaron también cómo otro cocodrilo necesitó sólo 20 días para viajar más de 411 kilómetros desde la costa este del Cabo York hasta el río Wenlok, en la costa oeste del cabo.
Pero, a mitad de camino, las fuertes corrientes empezaron a ir en dirección contraria a su destino, por lo que el animal se resguardó en una bahía durante cuatro días hasta que un cambio en la corriente volvió a favorecer su periplo.
El doctor Hamish Campbell, quien lideró la investigación, dijo que el estudio arrojó indicios importantes para entender la evolución de este reptil.
"Esto no sólo ayuda a explicar cómo los cocodrilos de agua salada se mueven entre islas oceánicas, sino que también contribuye a la teoría de que los cocodrilos cruzaron grandes barreras marinas en su proceso de evolución".
Via: BBC
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